LA MANO QUE APRIETA

miércoles, 24 de junio de 2009

pauta cataléptica

Los puntos y seguido separaron al masacrado del verdugo. Para escribir había que leer.
Los ojos en el libro y los dedos en el cogote del maestro de ¨Educación Democrática¨ con bocio gallináceo, que cacareaba rayando con tiza blanca pizarrones negros.
Pedagogía de sánguches gigantes que fueron reprimidos cuando se mostraron en público, panes flautas larguísimos llenos de escándalo en los recintos de enseñanza secundaria. Así, cuando el alumno de primer año Jorge, sacaba a relucir en el patio durante el recreo, el sanguche que le había preparado su madre, la represión era salvaje y Jorge recibía insultos y golpes, aparte de amonestaciones que lo ponían al borde de la expulsión, mientras sus compañeros lo festejaban con un mar de carcajadas.
Tal vez por eso (el gallináceo profesor de Educación Democrática y los sanguches extraordinarios) Jorge jamás aprendió a bailar, por miedo a los pisotones y a ser enterrado vivo.

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