LA MANO QUE APRIETA

martes, 30 de junio de 2009

locomotora


Estuvo exhibida en lo de Figueroa en la época de Menen. Figueroa, super vendedor, casi siempre en rojo económico por su ritmo de vida. Un amigo cierto, pero que convenía cuando pintaba guita, arreglar inmediatamente las cuentas pues sino el dinero se conducía solo a cubrir sus rojos.
Un día me llamó: "Yoel, se vendió la locomotora". Fuí cagando a la galería y me liquidó los 5.000 dólares pactados, menos el 30 %. Me dió 3.500 dólares.
"Che ¿y a quien se la vendiste?"
"Muzza! ¿eh?"
"Dale, dale..."
"A la esposa de Grosso"
Grosso era el intendente de Buenos Aires y se decía que su entrada de guita era apabullante. También que su mujer invertía en "arte".
"La concha de tu hermana ¡Luis! Decime la verdad, ¿a cuanto de la vendiste?... ¿ocho? ¿Diez lucas?... ¡Dale, tirame unos mangos más!"
"No-no. 5.000 dólares, nada más".
No hubo caso, la duda quedó y al fin y al cabo si le sacó más guita a la señora, fue manija del pibe aprovechando la dulzura de la guita que llegó a su negocio.
Figueroa, pese a ser comerciante de arte, es un amor. Además, fue el que me vendió más obra que nadie.

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