LA MANO QUE APRIETA

sábado, 9 de mayo de 2009

Intelectuales

Una vez, en los murallones de la costanera sur de Buenos Aires, tomando sol y vino con el Chileno (él 21, yo 18 años), él miró mis pies desnudos y se rió de los pelos que discurrían entre las falanges de mis dedos; dijo: "Son pies intelectuales".
Otra vez, un poco más tarde en una pensión barata de Bogotá con el maestro Calle (yo 24 años y Calle infinito) en la penumbra el maestro meditó: "Nosotros... intelectuales... -y muy gravemente, ofreció- ¿Quieres que te muestre la verga?"

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