LA MANO QUE APRIETA

jueves, 19 de marzo de 2009

Y... ¡PUM!

"Ese era San Pedro, no San Agustín. Se lo veía tantito que valía verga. Eso sí: tenía cinco camisas limpias y era muy buen amigo de Astarot, el Rey del compás. Emisario de Dios, pero aprovechador. San Pedro corrió al Diablo en presencia de unos turistas suecos y el Diablo era más lindo que un coco. San Pedro jugó a las cartas con el Diablo y jugando le ganó el Infierno. Cuando Pedro entró al Infierno a tomar posesión, todos los diablitos salían volando a medida que él entraba, golpeando. Sacudió a Satanás con un palo y... ¡PUM!, San Pedro sacó la verga y se vió solo en medio del Infierno. Entonces vino Dios y lo castigó. Lo hizo de piedra. Pero antes de ser petrificado pudo obtener una concesión de Dios. Todo su cuerpo sería de dura piedra, menos uno de sus ojos, para poder ver con ese ojo, como se jodían los demás en el valle de lágrimas".
Relato de pescador mejicano en Guerrero, 1974.

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