LA MANO QUE APRIETA

jueves, 19 de marzo de 2009

gatúbela

Hija de un prestigiado embalsamador norteamericano, heredó fortuna y disfrutó de la renta producida por la administración de varios camposantos privados. Renta que le permitió concretar su sueño infantil de convertirse en gata. Aparte de asumir una disciplina física extraordinaria, incorporó ortopedias que le permitieron ser lo más felina posible: ambular por las noches, recorriendo baldíos y caserios varios, atrayendo la atención, no solo de los gatos callejeros, sino que prácticamente se hizo seguir por cuanto noctámbuloide la oliera, disfrutando de toda una corte de sicópatas y héroes nocturnos que se pelearon entre ellos por lograr algún favor de la mujer-gato. En estos casos cuando el más fuerte le ganaba a los demás y quedaba a solas con ella, se producía un evento sexualmente distorsionado. En vez de permitir una relación carnal, Gatúbela usaba sus filosas garras para destripar al vigoroso triunfador y devorar sus vísceras bajo la luz de la luna.
Mantuvo esta dieta (cíclicamente mensual, ejecutándola cada vez en un país diferente) desde 1915 hasta principios de la década del sesenta, obteniendo resultados satutíferos notables: el paso del tiempo parecía no afectarla. Durante su vida de ejecutiva funebrera, siempre se la vió joven y hermosa y cuando sus amistades le preguntaban cómo hacía para no envejecer, ella “confesaba” que su secreto consistía en la ingestión de leche humana, aparte de sentir un ferviente deseo de ser bella, (poder de la voluntad).
Enemiga natural de los murciélagos -le gustaba matarlos como entretenimiento-, es el encuentro con el Hombre Murciélago en una de esas noches de los años sesenta, precisamente durante el verano de 1962 en San Francisco, que sucumbe bajo los encantos del encapuchado en piel de quiróptero. Batman, para quedarse con Gatubela, aquella noche tuvo que vencer a varios contendientes en una larga lucha que duró casi hasta el amanecer. Entonces, minutos antes que cantaran los gallos y antes que Gatúbela intentara destrozarlo, cantó él y su canto fue tan hermoso que en ese mismo instante Gatúbela se distendió y empezó a envejecer, se desparramó a los pies del hombre murciélago, escuchando los acordes melodiosos que decían: “La donna e mobile cual piuma al vento” y sintió que todo lo que no le había sucedido durante las últimas décadas, le sobrevenía de golpe. Ya empezaban a verse los primeros refuciles solares, la canción llegó a su fin y tanto la gata como el murciélago sabían que tenían que recluirse en sus nichos diurnos rápidamente y se despidieron sin dedicarse ni una palabra, Batman saltó al vacío y Gatúbela -esta vez- tuvo que desprenderse de sus prótesis felinas ahí mismo, porque su fuerza física no le permitió hacer algo parecido al movimiento de Batman.
De todas formas, el desvencijamiento que le produjo el lirismo de Batman, no fué para tanto. Si bien en su vida diaria se la vió un poco más madura, igualmente siguió siendo una hermosa mujer a los ojos de sus amigas y amigos. Un poco más reposada, tal vez. Ahora con una nueva obsesión: reencontrar a Batman en la noche y envejecer muchísimo: ¡Qué hermosa voz tenía el murciélago!
Y estos reencuentros se produjeron nomás, pero no hubo canto melódico, tal vez algo parecido a la danza y eso sí, mucha violencia. Batman le propinó exageradas palizas a Gatúbela, con un grueso caño de goma la surtió de manguerazos que hicieron que la mujer conociera mundos desconocidos que se encontraban en éste.
“Pegame -le decía Gatúbela a Batman-, pegame porque soy una mala mujer, pero pegame despacito...”
Este castigo metódico produjo una nueva Gatúbela, aún más mala que la inicial, porque ahora, al ver como el tiempo hacía mella en su cuerpo, recurrió a las drogas heroicas para alucinar una realidad que se le iba de las manos y aumentó su dieta a cuatro crímenes mensuales, uno por semana, soñando recuperar su belleza ingiriendo más hígado humano crudo. Cosa que no resultó así porque había perdido la fe. Paralelamente y como parte de su romántica decadencia, fue perdiendo el buen instinto que tenía para los negocios y luego de unas cuantas malas inversiones en Wall Strett, perdió sus cementerios y cuentas bancarias, llegando así el día en que para poder vivir, tuvo que recurrir a la prostitución. Actividad en la que no le fue mal, pues en menos de un año se rehizo económicamente...
Fundó en Italia una asociación feminista “Las figlias de la notte” y produjo y protagonizó en Broadway, una versión de “Salomé” de Oscar Wilde.

comentarios:

Relato perfecto Yoel. Una bella historia y en donde la palabra mortadela no aparece.


hugo