LA MANO QUE APRIETA

domingo, 8 de febrero de 2009

sánguche lejano

Adaptación masiva, conceptos que variaron bajo luz roja. Los puntos y seguido fueron limitaciones entre ajusticiados y verdugos. Para escribir había que leer, como hacía el maestro de ¨Educación Democrática¨ con bocio gallináceo, que cacareaba rayando con tiza blanca pizarrones negros, hasta morir antes de resucitar.
Pedagogía de sánguches gigantes que fueron reprimidos cuando se mostraron en público, panes flauta larguísimos llenos de carnes condimentadas. Escándalo en la enseñanza secundaria...
Cuando el alumno Loria, sacaba a relucir en el patio durante el recreo, el barroco sánguche que le había preparado su madre, los celadores no escatimaban saña y Loria recibía insultos y golpes, aparte de burocráticas amonestaciones que lo ponían al borde de la expulsión, mientras sus compañeros festejaban. Tal vez por eso Loria, siempre tuvo miedo a los pisotones y a ser enterrado vivo. Sus compañeros aprendieron a jugar fútbol, él no. La única vez que se acercó a una pelota en público, la pateó en contra.
La madurez le llegó sin compasión, clamoroso sánguche lejano.

0 comentarios: