LA MANO QUE APRIETA

miércoles, 4 de febrero de 2009

en eso estoy

Entre un litro de cerveza y otro: el misterio, lo inmensurable, el sueño y el insomnio
porque los días deberían ser iguales para que una cerveza no se diferencie de otra cerveza
acaso ocaso
Es que le ofrecí más cerveza al albañil en curso pero él quiso seguir trabajando
evitar el sueño y el insomnio
Le dije "por ti sería capaz de matar"
y el trabajador empezó a rememorar remedios salvajes y santos de sus pagos
me aseguró que era mejor cocinero que yo
le pregunté: "¿Por qué no vas a laburar?"
y fue al desempeño en el lavadero que ya es un cielo al que Lola le quiere pintar peces.
Cuando el albañil terminó sus cosas y se fue
abrí la otra cerveza.

2 comentarios:

Cuando tomaba 3 0 4 litros de cerveza diaria, conservaba mi peso. Dejé de hacerlo y he aumentado 20 kilos.

Una vez en Nativitas, Ciudad de Mejico, estuve solo casi seis meses. Vivía en una terraza de mierda (inolvidable). Uno de esos días compré doce botellas gordas de cerveza de un litro. Era invierno y hacía frío. Puse las botellas a la intemperie y se enfriaron. Mi plan era guardarlas y consumirlas a través de los días, pues la lluvia y el frío las iba a mantener increíblemente a punto.
Me las tomé todas en una sola noche.
Noche de tempestad colmada de arcos voltaicos.
Fue terrible y hermoso, mejor que cualquier explosión de ácido lisérgico.
Terracita de una esquina de Nativitas cerca de la calzada Tlalpan, tierra firme.