LA MANO QUE APRIETA

lunes, 2 de febrero de 2009

ejercicio teatral súbito

El teatro era un lindo teatro de la ciudad de Guatemala, y nuevamente todo se iba preparando hacia un estreno predestinado y la construcción del evento se desarrollaba en paz, todo el tiempo del mundo estaba por delante.
No recuerdo qué espectáculo íbamos a presentar Marta y yo. Los trámites se centralizaban en la relación que manteníamos con el patrocinador del suceso: un hombre alto de cabeza afeitada, despreocupadamente elegante.
La acumulación de relaciones públicas alcanzó a lograr el nerviosismo deste hombre, que empezó a querer ver realidades.
De todas formas, la calma del laboratorio teatral fue inflexible.
Así, en una de esas noches de ensayo en el teatro, nos encontramos con una orquesta instalada en el foso correspondiente, esperándonos; al productor rapado, muy bien vestido, las boleterías estaban habilitadas y un par de acomodadores se mostraban en amable actitud laboral.
Alguien me dijo que esa era la noche del estreno. No fue el productor quien me lo dijo... Este hombre cuando se cruzó conmigo me hizo un gesto de enojo mascullando: "¿Porque no te vas a la puta que te parió?".
No pude creer que esa fuera la realidad, pero cuando vi que entre los pocos espectadores que se estaban sentando en las primeras butacas del inmenso teatro, al actor inglés Richard Burton (la situación era a principios de los setenta), corrí a Marta y le dije riéndome: "¿Sabés una cosa?... ¡Hoy estrenamos!" y ella me miró con una respuesta entre el asombro y "¿y a mi qué me venís a contar?"
No recuerdo si la función se llevó a cabo. Supongo que si, pues teníamos la costumbre de enfrentar al público con actitud suicida, y además mi dieta alcohólica mezclada con drogas del lugar en suerte, me hacía vivir la historia desde una inconciencia no confiable en cuanto a memorizaciones fidedignas.

comentarios:

Muy buen relato Yoel. Las mejores historias de viajes son las tuyas. Verdaderas historias.