LA MANO QUE APRIETA

sábado, 2 de agosto de 2008

la aceptación

En vez de cerrarse, el plazo se extiende. El libro a presentar en medios aunque no académicos, formales y enajenados, muestra varias manos de pintura esmalte beige. El autor viste chaleco antibalas y la cabeza cubierta por un balde de fierro. El público es numeroso y en su mayoría aprovecha el lapsus cultural, para dormir.
De todas formas hay balazos dirigidos al escenario, no al autor en sí, a la proyección de patitos consecutivos del cineasta mejicano Juan Orol, que enmarca la oratoria del escritor conservador, cuya voz retumba de ultratumba debido al tarro cabezal balde (antichocolate cerebral).
Los balazos rebotan, entonces entra a escena un tanque ligero que se avalanza aplastando butacas, espectadores y proscenio. El autor huye y el tanque (tanqueta literaria) lo persigue.
Afuera en la calle, un volquete espera.

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