LA MANO QUE APRIETA

viernes, 23 de mayo de 2008

Se casa Piringo

Nuevamente agosto. El 4 (¿o el 24?) se casa Piringo.
Descreí que el día exacto fuera importante y prefiero no tenerlo agendado para a posterior asombrarme ante mi incumplimiento de las responsabilidades que irradian estos eventos, desconocer hipócritamente.
Ignorar el ceremonial Piringo, es confirmar mi canallismo vanidoso, mi antiamor hacia los demás y hacia mí mismo.
Piringo es un símbolo más que no solo se acumula, satura, es el colmo.
Es más, ni siquiera sé con quien se casa Piringo.
Encima, el mes elegido por el amigo Piringo, es astrológicamente rajante para el discurrir humano destos tiempos. Es casi un deber moral asistir a esa ceremonia y lo espantoso es que la dejadez no es solo mía. Por ejemplo, un médico que atiende a Piringo y a mí, me dijo: "A fin de año, reveeremos". Y así como este médico desatanudos marinero cósmico, cientos, miles, millones como él, se borran ante la convocatoria.
Dudo que vuelva a ver a Piringo en esta vida. Pero, si esto sucede, lo voy a encontrar henchido de hijos como flores, hijos lógicamente innumerables.

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