LA MANO QUE APRIETA

viernes, 17 de enero de 2014

cruzar los andes de una vez por todas

Cuando Marta cruzó la cordillera en tren entre Mendoza y Santiago, se la tragó como que fuera vino, a ventanilla abierta y alaridos. Nieves, rocas, cielos. Todo antes del ácido lisérgico y después de muchas cosas.
Era un inicio y no saberlo, estallaba.
Al llegar a Santiago: fiebre, anginas, alucinaciones duraderas...

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