Adriana se autodenominó "admiradora" y me visitó en el taller. El acto fue heroico y desprevenido en medio de un montón de gatos e infinidad de libros. Se trata de la única admiradora que tengo. La palabra no define a Adriana. Ella y su madre, años lejos, veían mis esculturas cuando venían al centro y aquellas imágenes se conformaron en ella, se hicieron parte de ella. Son de ella. Y las vino a mirar. Foto: Mónica. 2011.
jueves, 31 de marzo de 2011
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Inmensidad de las pampas. |
Cuando la pampa se hace viaje, no termina nunca. Se convierte en otra cosa, pero terminar, no. Es para siempre. Cuando en 1968 me desprendí de Buenos Aires en tren hacia Santiago de Chile, la pampa era espantosa, el traqueteo sucedía a través de horas, días, meses, años... y el paisaje de pastos secos o verdosos seguía colmando la ventanilla del vagón, como un castigo. Y al llegar a Santiago de Chile, con Marta y todos los bultos, nos sentamos en un bar y con la intención de tomar un café, llamé: "¡Mozo!" y el mozo me recriminó: "Mozo no... ¡Garzón!". Habíamos cruzado los Andes, esas montañas habían convertido a Marta en loca afiebrada, habíamos tergiversado aduanas, iniciado imposibles y sin embargo la pampa seguía, inarrancable como una enseñanza no buscada. Foto: Oski. 2011.
lunes, 28 de marzo de 2011
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Callecitas y calesitas de Buenos Aires. |
Este muchacho había nacido hacia el año 1945 de una relación inter terrazas (noches de luna llena) de Caracalla con su prima. Colocado desde su menor edad en la habitación que perteneciera a Emerson en el conventillo de la calle Chile, fue criado allí silenciosamente, regado con jardinera; y habiendo sido asesinado Caracalla en 1960 en la intersección de la calle Chile con Tacuarí, por intervención del gigantesco encargado de la limpieza de la Comisaría de la calle Tacuarí, a quien los sacerdotes del Templo de Monserrat, habían prometido púrpura con almendras, una rebelión de los trabajadores de la calesita instalada en el potrero que lindaba en Piedras con Independencia, instada por la abuela de Caracalla (antiguo propietario del armatoste giratorio), reclamando el derecho a los beneficios de la taquilla que durante años lucrara soberanamente el usurpador del carrusel (el encargado de la limpieza de la comisaria que miraba niños con cariño). A todo esto, por ese entonces, el hijo de Caracalla, el Cacho, solo tenía catorce o quince años... Los vaivenes sindicales provocaron que se escriturara la calesita a su nombre, anunciando su advenimiento a todos los vecinos de San Telmo y Monserrat. El Cacho no tuvo reparos en titularse hijo de su padre, ostentando ante todos, sus vicios conventilleros con orgullo y mostró a su madre, vieja loca que vendía diarios a grito pelado, como un trapo de piso enjuagado en sus propios efluvios vaginales, no solo sin pudor alguno, sino gloriándose dello como de un honor insigne.
jueves, 24 de marzo de 2011
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Dificultad de la pelotudez. |
A simple vista pareciera que ser estúpido, es fácil. Pero para desarrollar una estupidez vital, hay que manejar demasiados juegos de inteligencia. Además, la estupidez es difícil de clasificar y menos entenderla. Los conceptos diccionarios y gramáticos no ayudan. La estupidez sería el logro más alto que el inconciente humano quiere lograr. Amar y ser amado. En medio del ímpetu y el empeño por salir adelante o atrás, al cruzar un paso de ferrocarril, arrojarse bajo sus ruedas, o empujar a alguien que también espera y tiene apuro.
La gama de estupideces es tan amplia y diferenciada, así como se diferencian los humanos unos de otros por razones normativas, genéticas, ecológicas, poéticas...
La guerra sería un estado normal del ser social y la estupidez: el paraíso terrenal o aéreo o marino o estelar.
Cuando me cruzo con gente, me dicen: "'Bobo!" "¡Imbécil!" "¡Tarado!" "¡Pelotudo!"...
Se trata si, de un reconocimiento que no me identifica de raíz. Pero, como alguien me dijera con lástima, hace poco: "Soñar no cuesta nada", concepto estúpido que me coloca en el camino de Ser.
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Cotidianidad de la sorpresa. |
Cada vez que alguien transmite imágenes y textos -bajo cualquier intención personal- en un blog. Está divulgando secretos (electricidad mediante).
Desconocimientos que por razones de cohexistencia, se los recomienda como ocultos, sombríos, no interesantes...
Sin embargo, el desparpajo es luminoso y lo que mantiene el Gran Destello escondido en los horizontes, es la no percepción y el desmedro hacia lo que atosiga aparentando demasía.
viernes, 18 de marzo de 2011
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2 = e |
Se suele decir: "¡Es que es así!" Y el que habla no sabe lo que está diciendo. Al respecto el interlocutor (el escucha) sirve para que el que habla, hable consigo mismo.
Por eso es común escuchar horrores y abominaciones en confesiones espontáneas. Confusiones espontáneas. Combustiones espontáneas.
Sucede con los interlocutores al escabeche. Están tan saturados de materiales espirituosos que resuman despropósitos nunca originales. Los condimentos y otras desvirtuaciones, los llevaron a ello.
E ahí que entonces se dice: "¡Vamos a ello!" Y nadie sabe adonde va.
La vanidad florece bajo el sol, florece bajo la luna. Pasatiempo de pasatiempos.
Reconstrucción con color de la cara de Calígula, del aspecto original que debió tener en vida.
miércoles, 16 de marzo de 2011
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Mail a Luciano sobre Viñole. |
El lote Viñole me lo vendió un discípulo de él: Armando Mertens, un viejito curandero de La Boca, un personaje increíble de bueno. Él me pidió que me encargara de difundir la palabra de Viñole en el mundo. Yo le prometí hacer una monografía pero don Armando no quedaba muy conforme que digamos. El tiempo hizo una barrera drástica entre don Armando y yo (30 años)... Recuerdo que en los días de la transa, los dos, en un bodegón de los baratos de antes, comimos un bife de chorizo cada uno y abundante vino de la casa. Todo el tiempo me hablaba de Viñole, de sus trompadas y mesianismos...
En fin...
A mi me pasó que tanto el peronismo como el mesianismo de Viñole, me congelaron respecto a la monografía que pensaba hacer.
Con un amigo tuvimos la idea de reinventarlo (con su peronismo y su mesianismo) reinsertarlo en el medio y vender entonces sus manuscritos a nivel institucional.
Descreo que esto se lleve a cabo, pero los tiempos son de goma y nunca se sabe para donde se dispara la pedrada
Al habla:
Yoel
Páginas iniciales de "Pláticas inspiradas" de Swami Vivekananda, ejemplar de la biblioteca de Omar Viñole, con una de sus abundantes incursiones manuscritas. Este libro está anotado por Viñole, del principio al fin.
viernes, 11 de marzo de 2011
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Páez y la muerte. |
También "La muerte y la brújula" de Borges.
Roberto aconsejaba: "Cuando tenés que entregar algún dibujo y todavía no lo terminaste y los que te lo encargaron te apuran... Hechate a dormir".
Cuando la Muerte apareció por su taller a llevárselo, dijo: "No me gusta que me duela". En su mesita de luz tenía los comprimidos de morfina y un juego de gubias con las que iba a socabar linóleo, para ilustrar a Almafuerte.
Roberto Páez: Grabado.
lunes, 7 de marzo de 2011
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tamalito |
Que la procedencia cultural es un preaviso, casi un prejuicio, de denominar esas comidas en general carnívoras -hoy día reemplazadas por el monumentalismo de la soja- esas especies de guisos envueltos en hojas de maíz, el chala. Hojas que dieron lugar a empalmes más grandes con aprovechamiento de vegetales antediluvianos y comidas más generosas. Cuando no existiendo la heladera moderna se usaba el "bajo tierra fresca" para conservar alimentos.
Este tipo de conclusiones exasperaba a Rubén Massera que solía acusarme de haberle puesto colmillos de vampiro a Charles Atlas "¿Con qué derecho?"
Al hacer buches con un trago de vino, Rubén reverbera en mí y el tiempo y el viento son la misma cosa. ¿Qué importa el tamal y su tamaño?
domingo, 6 de marzo de 2011
viernes, 4 de marzo de 2011
jueves, 3 de marzo de 2011
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chapopemto mamarídulo |
El chapopemto en su rareza, es oportuno.
Es una desas mamarídulas que enloquecen a cualquiera aunque las estadísticas contradigan, pues la enseñanza trataba antes que de juntar dinero, de contradecir. Contradecorar el decoro ruborizado del buen catinga (perfumado o en su salsa) que le sacaba jugo multimillonario a sus espermatozoides.
Decía quel chapopemto era oportuno, en cuanto esas oportunidades en el momento de ser dejaban de serlo. Ahí su magia y tranvía.
Si, el chapopemto es un momento, pero no un momento cualquiera. Ningún momento es un momento cualquiera. Se los califica por su extrañeza, como diría el bueno de Celestino Warren cuando en 1967 le cayó de punta en la cabeza, una bomba atómica, y lo dejó boludo... Hacía "¡Uuuuuuuuuu!" y pateaba nel culo a los transeúntes. El chapopemto lo agarró de sorpresa a Celestino y el hombre funcionó como un pararrayos en medio de un ensayo teatral.
El chapopemto que se cierne ahora es innominable y tiene la dimensión de cualquier chapopem...