Finales de los sesenta.
Durante los sesentas, Pascualito Pérez dijérame: "No juegues con la Muerte. No juegues con el Diablo". Yo era un pendejo envasado (calentura previa) y él, un grandulón transgresor. "Te prometo Pascual no jugar con nada aunque todo me parezca un juego en lugar de una bruta realidad". "¿Porqué no te vas a la reputa madre que parió, pendejo de mierda?"
Era de noche y Pascualito se fue hacia su atelier, ronroneando en su motoneta.
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