La enredadera y la muerte.
La foto la tomé nel 2002, cuando todavía estaba la enredadera en casa y los vecinos cercanos se motivaban para que la quitara, pues el vegetal tendía a extenderse por todo el barrio.
Años á, el Chileno había considerado que si en mi casa llegaba a caer la muerte, le gustaría tanto el ambiente, que seguiría de largo.
Sin embargo la muerte cayó. La tiraron desde un edificio cercano de diez pisos, y embocó en mi patio quedando atrapada en la enredadera. Era una muerte de juguete para niños, de plástico fosforescente cuya estructura química tenía fama cancerígena.
Justo por esos días se inauguró la librería de la calle Bolívar, entonces entre toda la parafernalia estructural, llevé a la muerte fosforescente y hoy está allí iluminándose cuando se apagan las luces. En casa, la enredadera pese a que la podé hasta su desaparicón, cada tanto revienta una que otra baldosa y muestra algún brote.
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