Amanecía soleado el 25 de mayo. Como faltaban fósforos en casa y todo estaba cerrado, luego de comprar el diario, doblé por Caracas para ir al Stop de Gaona, y ahí nomás me llamó la atención una aglomeración policial: dos patrulleros, una camioneta rotulada "departamento de criminología" y un montón de policías jóvenes, hombres y mujeres con chalecos de fuerza. No me detuve a curiosear, al paso miré el lugar de la concertación: La casa que estaba al lado de un antiguo centro espiritista. La puerta de calle estaba abierta y se veía un largo pasillo con más policías, algún civil y un crespón negro colgando del medio del pasillo. Siguiendo mi camino hacia los fósforos, imaginé un ahorcado cubierto por uno de esos mantones que usa la policía. De regreso a casa, lo mismo, tal vez con el arribo de más personal policial que se acercaba al lugar del hecho portando cámaras de video. Los policías festejaban su reencuentro laboral y bromeaban con el típico clima de alguna fiesta de aniversario (en ese día la "patria argentina" cumplía doscientos años).
Al día siguiente le pregunté a la diarera (una señora bicentenaria que aún no cobra jubilación): "¿No sabe qué pasó?". Y la viejita con una voz apenas audible, me contó: "Un hijo mató a su padre de catorce puñaladas por la espalda. Estuvieron toda la noche tomando cerveza y por la madrugada lo mató. Temprano, el hijo vino a comprar el diario, se lo notaba nervioso, ya habría matado a su padre. Me dió cuatro pesos y cuando quise darle el vuelto, no lo quiso...". Se acercó gente a comprar el diario y la diarera dejó de darme datos. Como todos los días me despedí con un vigoroso: ¡Hasta mañana!" y me borré.
Al día siguiente por la noche, surgió el tema en la circunstancial acumulación de clientes en el almacén de Ricardo. "No fue el hijo... Era el hijastro". Me enteré que el muerto fue policía y se había jubilado, y que los clientes sabían poco o nada del asunto. En eso entró al local, Juan, el borracho más borracho del barrio y entendiendo de qué se hablaba, me agarró del brazo y dijo en voz alta: "No fue así. Ese tipo -el muerto- era flor de hijoeputa- Ya te voy a contar. Pero no delante de toda esta gente. Si lo conoceré a ese canalla..."
El público estaba pendiente de los chismes contenidos, pero el almacenero Ricardo cortó el clima. Severamente me preguntó si quería algo más, hizo la cuenta y "¿Quién sigue?".
Pensé "Capaz que el asesino fue el almacenero" y llevé los doscientos gramos de jamón crudo más doscientos de queso de máquina, a casa.
Alfredo Massera (el papá de Rubén). Dibujo. 1936.
jueves, 27 de mayo de 2010
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el crimen de la calle Caracas. |
lunes, 24 de mayo de 2010
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La suerte. |
Hay dos formas de estudiar y vivir el azar: científica o instintivamente.
Dominar el destino propio y ajeno, es un abuso absurdo.
Errabundia.
La construcción de los destinos individuales confunde lo conveniente con lo inconveniente.
Aunque de raíces más viejas, la enajenación "salud, dinero y amor" se globaliza a finales de los noventas del siglo pasado.
El "hombre feliz", el ser solitario en una isla diminuta, cubriendo su desnudez con una camisa de manga larga, logró la plenitud de su suerte, instintivamente.
Lo otro, es masivo.
La muerte de don Quijote. Dibujo. 1966.
sábado, 22 de mayo de 2010
miércoles, 19 de mayo de 2010
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El antitrejo |
Tanto el anti como el trejo, son esculturas.
En antitrejo parece un viudo pajaresco con su cuerpo hecho de miles de anteojos entrelazados y algún pedal de bicicleta. Los pies inmensos y sobreactuados, zapatazos macizos fuera de foco que mantienen el equilibrio del vertical antitrejo. Su cabeza es un cráneo de pájaro lastimado, con pico largo y ojos de juguete.
Un mantón de Manila negro, lo cubre de la cabeza a los pies.
Collage. 1978.
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in memorian |
La vejez de Di Carlo abrochó su vida.
Siempre le gustaron las mujeres y pasó su niñez y adolescencia mojando la piola en afanes femeninos.
Tuvo tres hijos con una mujer que lo garcó.
Di Carlo crió a uno de los tres hijos (el menor). Los otros dos salieron drogadictos y desagradecidos. El Pochito aprendió de todo y computación, y a partir de los 20 años, una empresa importante lo empleó con buen sueldo y aumentos.
Como de costumbre durante la vida, Di Carlo llegó a viejo saliéndole todo mal. Al final lo hecharon del departamento adonde vivía desde hacía 30 años porque hacía dos años que no pagaba el alquiler.
El Pochito se ocupó de su progreso personal y dejó a su padre librado a su suerte.
Di Carlo pudo jubilarse con la mínima pensión y se alojó en un geriátrico municipal. Allí lo instalaron en una habitación compartida con un homosexual anciano que todas las noches quería culearlo.
Recordando sus amores con las mujeres más hermosas del Tigre y de Misiones, autobiografía manuscrita mediante, acorralado por su compañero de cuarto y con los pulmones tapiados de tabaco, murió.
Su vida estuvo llena de misterios, imaginería, sorpresas y constancias del destino.
Collage. 1979.
domingo, 16 de mayo de 2010
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El viento y mis amigos. |
El tiempo redirecciona. Lleva y trae. La historia jamás vuelve a repetirse.
Amanecí al igual que en estos últimos tiempos, atosigado de fantasmas y remordimientos.
Dicen que dicen que no hay que preguntar qué fantasmas ni qué remordimientos porque la gramática de los fantasmas y de los remordimientos, es terrible.
Acababa de ver (al despertar)una película de Aldrich con Jack Palance joven que se suicida en el baño caliente que le prepara -un- su fiel enano, Sheley Winters, alcoholizada, había muerto aplastada por un bus, momentos antes. En el interín, Rod Steiger, histérico y maravilloso, gesticuló. El blanco y negro TV me afectó paliativo y depresivo, pues el tiempo y sus muertes de ficción, quedaban lejos. Salí a la calle a comprar el diario...
Salí a la calle a comprar el diario y aunque resplandecía un sol sin nubes, estaba fresco, y nuevamente el viento, el envión de algo así como Dios. Ahí, desperté en medio de esa sinfonía callejera de Buenos Aires, sinfonía igual a la que hace medio siglo me reunía en mi barrio de Monserrat con mis amigos Jack Palance y Rod Steiger, y hacíamos diabluras.
Collage. 1990.
miércoles, 12 de mayo de 2010
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y desconocido |
Que alguien contara la arena del mar porque otro quisiera saber cuantos granos de arena hay en este mundo, y sus variables.
Que las palabras no sean fatales, siquiera fáciles.
Por el contrario, que protejan, que den de comer, y que acerquen los lejanos horizontes sin cercas, aunque baldosas viejas emerjan nos pastizales.
Como siempre, el tema era otro...
domingo, 9 de mayo de 2010
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importancia de la hipocresía en la poesía |
La presentación del libro de Trejo en la feria del libro, estuvo buena. A Mario lo sentaron de espaldas al público (hacía un par de días acababa de salir de una innominable operación a la vejiga) y estaba angelical con la blancura inmaculada de su cabeza y sus anteojos negros de ciego. Todos hablaron y recitaron poemas de Mario. El único que no lo citó y simplemente habló de sí mismo, fue un joven poeta que luego de 8 años interno, salió de la cárcel y entonces le editaron sus poemas. El poeta delincuente decía que le tenía más miedo a las sicopedagogas de la cárcel que a los guardiacárceles. Noe Jitrik habló de Trejo y su poesía. Se quejó de que él siempre hablaba de Trejo y que Trejo nunca hablaba de él. Dijo muchas cosas y entre ellas, contó que la hipocresía era un valor importante de la poesía, pues la mentira se producía por el solo fenómeno de escribir y mucho más si esos escritos trataban sobre el amor. El ejemplo fue claro (pensé en las cuántas veces yo quise describir realidades y conté mentiras, y arruiné los textos por ser fiel a la realidad) ...
Cuánto arte, artificio y magia, hacía falta para expresar el amor o creer que se lo había expresado, y la poesía serviría para ello.
Al irme le di un beso en la nuca a Trejo. Entonces su voz rimbombante preguntó: "¿Quién es?" Y le contesté: "Yoel".
Collage. 1981.
sábado, 8 de mayo de 2010
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correo gregorio |
A partir del día de ayer, comenzó una nueva etapa de la correspondencia gregoria (diálogo por correo electrónico con el doctor Gregorio). Ignoro su continuidad.
Aquí el primer diálogo.
Fernando escribió:
"El Río de la Plata y el Riachuelo están cerca de la librería.
Un gran amigo del Doctor Roger Acosta, que era buzo, murió limpiando el Riachuelo. Roger está en duelo.
Mi vida actual es como esa muerte. No tengo fuerza para resucitar a pesar de tu ayuda y la de Carlos y la de Eduardo y los mormones.
¿Qué será de mí, mi futuro longevo amigo?
Cometo pecadillos a raudales como la cerveza y el tabaco y cosas peores.
Perdoná mi pánico a tu librería. Tal vez cuando abras la de tu casa cumpla con mi deber de serte fiel a vos y los horarios.
Cuidá a Laura. Verla crecer a Lola te está mejorando el nihilismo y lo apocalíptico.
FERNANDO CHARLES"
Yoel Contestó:
""Los buzos vienen marchando", decía Louis Amstrong, preavisando al Obama de los arroyos niquelados. A veces los buzos implotan porque no pueden explotar, y aparece un desbarajuste tipo lata de atún desmenuzado donde antes había un cacho de conciencia. E ahí que los buzos (buzos con pies de plomo) vienen marchando desde Burzaco, por la autopista, hasta Constitución donde las mujeres son de goma y los hombres un puñado de testiculos que fuman, fuman y fuman.
O sea, tus pescadillos no tienen perdón. Dios y el Diablo te perdonarán porque mormoneás, pero tu madre no puede perdonarte, y esa es la angustia que prescinde de librerías y verdulerías y necesariamente recae en jugueterías que tampoco perdonan.
La longevidad es una maldición que sufren todos/as los/as putos/as que no quieren ser putos/as, incluso antioficialistas por puro garbanzo que no ablanda.
¡Cuanta sopa inconclusa enestas aguas impuestas!
Qué superprodución ¿verdad?
¡Alerta Holofernes! Que te quieren meter a cabeza no cu.
No me difundas:
Celino"
viernes, 7 de mayo de 2010
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Mister Hyde |
Mister Hyde para el Bajo se ha largado,
presuroso, cauteloso, el paso diestro,
con una cara arisca de siniestro
pedagogo pederasta de internado.
Mister Hyde va esgrimiendo su garrote,
y tropieza con la niña y la voltea,
pero sigue, trás que el cuerpo pisotea,
con su rabia, su cilindro y su capote.
Mister Hyde tiene un poco de renguera,
una boca que se crispa como un puño,
y muy lacios los mechones y la pera.
Mister Hyde acusa a veces un rasguño
justo a un ojo, o en las manos: su portera
le urde excusas aprendidas de un garduño.
Ferrari Amores
"La Vendedora de Monstruos"
Buenos Aires 1934.
miércoles, 5 de mayo de 2010
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pronóstico cerebral nel tintero |
Me gustaba el Oráculo de Napoleón porque la mayoría de sus respuestas eran calcinantes. Pregunta:"Triunfaré en la vida?". Respuesta. "Fracasarás en todo lo que emprendas". Pregunta: "Conoceré el amor?" Respuesta: "Serás motivo de risa y desprecio" y así... Los vaticinios buenos eran escasísimos y la forma de indagar respondía a una relación matemática entre símbolos y números. No recuerdo la relación ésta, pero cuando consultaba el Oráculo, me la sabía de memoria, treinta cuarenta años atrás.
También le hacía caso a mi madre que me decía que los avatares de la vida nunca salían como se quería que salieran.
O sea, la vida estaba y está plagada de cosas buenas y extraordinarias, y el oráculo aquel partía de estas sabiendas.
¿A que voy?
No se, apenas estoy llegando.
lunes, 3 de mayo de 2010
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Autotraición |
Las cuestiones difíciles tienen resoluciones, alegremente mágicas, positivas. Sin embargo se anhela la facilidad, como si cualquiera pudiera engañarse a si mismo.
Paralelamente, no todo es así, e incluso es al revés mediando magia marrón oscuro, aunque el autoengaño se mantenga.
El teatro es un placebo y a veces es la vida y la muerte. Es trabajo, como la poesía. El problema es acumular fortuna con ello o con cualquier otro aspecto del trabajo.
sábado, 1 de mayo de 2010
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viejo sucio |
Cuando escribí el "Diario del Corralito" -2002_2003- tomé la costumbre de no afeitarme y bañarme solamente los días de feriado nacional (Día de la Bandera, 9 de Julio, etc.)
Después, volví a bañarme más seguido. Jamás todos los días, pero si un par de veces por semana.
Mis padres se acicalaban todos los días, pero lo que era bañarse: una vez a la semana. Un día mi padre y otro día mi madre. Costumbre acarreada de la Galicia enxebre, rica en privaciones. Mi padre durante su juventud, en las madrugadas de la portería de la calle Chile, se bañaba todos los días con agua fría antes de emprender la faena diaria.
Citar a mis padres es una forma de justificar mi tendencia a acomodarme en mi mugre y olor natural. Usé bicarbonato de sodio como desodorante y me peiné con jugo de limón. Partes pudendas higienizadas a diario con agua fría.
Ahora soy un viejo sucio (el clásico) y al día de hoy llevaba dos meses sin bañarme y sin cambiarme la ropa (las medias si, todos los días). Hubo amistades que se manifestaron incrédulas ante mi fortísimo "olor a chivo".
El personaje que compongo entonces, es todo lo contrario a un maloliente usual. Me embargo de elegancia y moderación gestual. Hago teatro y la mugre es la esencia de mi actuación entre los demás.
Curiosamente hoy, en las primeras horas deste Primero de Mayo, me bañé. Me sometí a la acción de una ducha templada con jabones, durante una hora.
El salir del baño, se pareció a renacer, como si el Instituto Di Tella estuviera a la vuelta de la esquina.