Santiago y dr. Gregorio, hace tiempo.
Un domingo en el parque Rivadavia, allá por mil novecientos noventa.
Sentado en el puesto de Santiago, el doctor revisa apasionado, algún descubrimiento gráfico literario.
Santiago pasea satisfecho, ostentando el afán de sus anhelos librescos: algo comestible.
La foto la saqué yo desde mi puesto que quedaba enfrente al de Santiago
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