La gata Flora
Le dicen "el gatito", pero se trata de una gatita castrada que alguien dejó en consignación en la librería y como no la vinieron a retirar, ahora protagoniza uno de los atractivos del local. Atractivo mayor quel que dan las esculturas, pues la gata está viva y utiliza las vidrieras como reposeras, y como muestra la fotografía de Borle, le basta con desparramar un poco de libros impresos y vinilos para acomodarse y vigilar a fondo sus sueños. Acto que generalmente provoca el divertimiento -quizás la incógnita- del paseante desprevenido, pues también llama la atención, que el animal disfruta arañando y destrozando los libros más antiguos (más tiernos).
Se trata de una gata única en el universo que vive su transitoriedad con sabiduría y sin vanidad.
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