no es vanidad
Terminados los oficios del mate, un panadero (ese árbol que vuela, esa semilla orgiástica y santa) titilaba alrededor de la hornalla prendida y estaba por incendiarse.
Lo apantallé con la mano y con la armonía de sus filamentos me saludó sutilmente en el giro de viento que le hizo cruzar la ventana al exterior mayúsculo de edificios, polvo y decantaciones...
0 comentarios:
Publicar un comentario