LA MANO QUE APRIETA

jueves, 21 de febrero de 2008

Zurbarán

Saturnino Beleida saludaba con saliva doscientas veces en el piso. Litlel Richard Tutti Fruti. Ni se podía vivir en medio de ese bolonski, un horror. La merluza había llegado a su término.
Hace cosa de 38 años, un amigo artista plástico colombiano se me declaró: "No señor, eso de matar a la gente en sus domicilios está muy mal". Mi amigo no estaba de acuerdo con Charles Manson, y a mí me retaba. Eso fue porque le conté que un chico del público vino al camerino y me dijo: "¡Man! ¡Qué chévere la vaina de matar burgueses!"

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