LA MANO QUE APRIETA

lunes, 14 de septiembre de 2015

lluvia de balas

Fue en dos ocasiones (anecdóticas) colmadas de sucesos y correlaciones, donde mantuve conversaciones con un protagonista. El desenlace fue el mismo (o parecido). Cuando quedé a solas, en una calle lunática y amplia, dos hombres se me vinieron al humo mostrando revólveres. En ese momento reapareció el protagonista y empezó a los balazos. Los atacantes contestaron. La cantidad de estruendos, fogonazos, silbidos e impactos, fue impresionante. Mientras huía le dí indicaciones al protagónico por donde dirigir su fuego, y escapé, controlando que la balacera quedara lejos de mí.
En la segunda ocasión, llovía, y mi huida fue incesante. Nunca me sentía seguro de haberme salido de la balacera infernal y la escapatoría real (algún vehículo de transporte público) no aparecía, en tanto el cansancio agarrotaba mis músculos y me impedía dar los pasos necesarios.

Detalle de "La intrusa". 2015.

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