LA MANO QUE APRIETA

jueves, 18 de junio de 2015

cuando sale el sol, el yo se alegra


La pintura de las paredes se descascara como se descascara la cobardía.
Si se descascarara como cualquier pared, no sería problema, se desintegraría y su proyección sería irreversible.
Abundan interpretaciones y misticismos. Nada de eso vale. Queda la pasividad del infierno terrenal. Antes de avanzar es preferible cortar, no hablar. La luz del sol es equivocación.

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