LA MANO QUE APRIETA

miércoles, 20 de mayo de 2015

una cabeza por otra

El dinero es lo de menos. Cuanto más se lo desprecia, más aumenta su caudal. O no.
Mil millones de dólares sería el piso para que una persona se desprenda de la confusión de perseguir bienes materiales.
Vivimos en un mundo donde por diez millones de dólares podemos trasplantar nuestras cabezas. Colocarlas en un cuerpo con mejores condiciones a las del que nos corresponde...
O, lo mejor de esta  bicoca: intercambiar nuestras cabezas con alguna amistad para observarnos a posterior y reflexionar.
Supongo que el intercambio mutuo, en vez de 20 millones, se podría conseguir por 15.


 Fotos; V.C.

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