LA MANO QUE APRIETA

martes, 29 de octubre de 2013

Si no hay viento, mejor no repartir diarios

Me encanta repartir diarios. Es una labor que comienza a los pocos minutos que el camión de la distribuidora deja los bultos asignados al kiosco. Mi radio abarca cuatro manzanas largas y cada mañana es un día novo. Aunque siempre sobrevuelo las mismas cuadras, ver las terrazas de las casas en un planeo razante manteniendo siempre una distancia de entre diez y veinte metros (aunque a veces me acerco hasta casi aterrizar en las baldosas donde dejo el periódico) es una vivencia vertiginosa pues los vientos siempre vientos, son distintos. Claro que hay días en los que no sopla una gota de viento, esos días me agoto terriblemente. Soy una persona mayor y mi cuerpo chifla por todos lados exigiendo demasiada presión a mis gases internos. Mis compresiones parecen explotar, me sobreviene el don de lenguas y hay vecinos que se asustan de mis vociferaciones, dándose el caso de clientes que luego desas experiencias, anulan el reparto alegando que prefieren caminar ellos hasta el kiosco por razones de salud. Pero... cuando hay viento todo es alegría. Incluso cuando hay tempestad, donde los paraguas funcionan como timones, y es muy divertido.

"Volando ca pedra" (Detalle).

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