LA MANO QUE APRIETA

domingo, 17 de marzo de 2013

descompresión del texto criptico

En 1944 yo contaba con un año de vida y no tenía la mínima capacidad de entender la literatura de Chela y mucho menos la saga dirigida a la "tía Negra". Tal vez el grafismo o el membretado de los manuscritos, podría haber despertado alguna iluminación o atracción. Pero no. Como personajes insertados tanto en la realidad como en la ficción epistolar, Chela y yo estuvimos tan alejados que tuvo que pasar más de medio siglo, por no decir uno entero, para que se diera el apercibimiento.
No veo el porque del asombro, habiendo conceptos que necesitaron varios siglos cuando no milenios, para ser comprendidos.
Lo curioso es que contándose por millares los lectores de las epístolas de Chela, los que llegan a entenderla, pueden ser contados con los dedos de una mano.

"Exuma". Casa de la Cultura. Bogotá. 1970.

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