LA MANO QUE APRIETA

lunes, 25 de febrero de 2013

continuencia

Las palabras son difíciles, supongo. Aunque las haya dicho, tal vez por entenderlas no armé con ellas un significado útil, algún rezo o exorcismo, algo f'isico y químico.
Porque el silencio, el silencio conocido, atemporal, es un portón signado: "no abrás este portón", pero que se abre continuentemente. Yo lo abro y no se cerrarlo aunque arreglo su cerradura y bisagras. Se trata de hacer lo que no se sabe hacer, derecho de nacer, de tenerle miedo a las palabras y entonces no entenderlas.
Junto un poco de ellas y cuando más o menos me parecen suficientes, hago un paquete.
Luego
Desconozco qué puede suceder, sobre todo cuando lo que ya sucedió entra a borbotones por el portón.

Luján. 1930.

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