LA MANO QUE APRIETA

lunes, 7 de enero de 2013

prestigio del asado

El asado vacuno es una coquetería caníbal. El comer carne grande a la parrilla es mérito de religiones monoteístas. Si a "dios" le agrada el olor a grasa quemada, los fieles se morfan la merca.
Hace unos siglos el asado antropofágico se practicaba al ritmo de la casualidad y las fuerzas ecológicas. Hoy es lo mismo, pero escondido (hay prohibiciones normativas). Hace pocos años, en un país de medio Oriente que recibía turismo sexual, los locales gustaban  asar a los turistas a la parrilla, comiéndoselos a veces y a veces dejándolos reducir a cenizas. No extraña en el circuito americano (europeo también) la ingestión del enemigo político, aunque ante esta gastronomía también se opte por el guiso -puchero, cocido- además del asado. Como sea, el humo, el olorcito, es grato al dios bancario.

El cuerpo humano. Ediciones didácticas.



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