LA MANO QUE APRIETA

miércoles, 2 de enero de 2013

comestibilidad del recuerdo

Hay nairobis en escabeche y batatas bañadas en miel de hormiga negra, además panqueques muzzarellos y martillos neumáticos resonando, taladrando todo el tiempo paredes y pensamientos, derrumbando para injertar accesos a mundos desagües. Lluvia y vino. Un mundo nuevo a cada tecleo que lleva al buen ánimo, al arrojo, a la valentía de revivir al morir. Labios pintados del adolescente y del monseñor del calzoncillo caido del tarro, en tanto las largas sartenes hierven, sabiendo que el recurso rentable es el asesinato sin edulcorante.
Hay microbios en los labios y es necesario conocer el gran continente africano, como indicaba Calle.

Scully-Jones.

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