LA MANO QUE APRIETA

sábado, 17 de noviembre de 2012

cerebro inflado

La repetición.
La persistencia.
El punto y aparte.
El morbo de comunicarse íntimamente con cualquiera. Regar secretos al viento (peticionar a Magoya por fertilidad y buena cosecha). Promiscuidad creativa en un entorno desimaginado, rechazado. Clic que necesita de un trámite inicial para ser luego un  balurdo impiadoso, absurdo.
Así, el criminal que objetivó su vida criminalizando, es piadoso mientras habita el valle sentimental. Pues, ante la necesidad de decir, nada más difícil que decir boludeces, desarmar engranajes virtuales, dejar de ser.

Patoruzú, alguna vez fue Magoya.

0 comentarios: