LA MANO QUE APRIETA

sábado, 18 de agosto de 2012

Castelao noche

Me amigué con Castelao, cuando en las horas duras de la noche hospitalaria, me visitaba para jugar a la brisca (él había muerto hacía tiempo en la habitación de enfrente). Falaba en galego y yo en castellano. Nos entendimos pero no recuerdo qué charlamos.
Los hospitales son buenos lugares para morir pero no morí. Mucho reímos de nuestras miserias y esas risas me devolvieron al mundo de los vivos. Cada vez que lo recuerdo, sonrío.
Cuando volví a casa, aún vivía mi padre y mi padre me sentó a la mesa con él y me invitó con un vaso de vino tinto. "¡Bebe Hombre!"

Castelao a la luz de las candilejas. Escultura. 2000.

0 comentarios: