LA MANO QUE APRIETA

sábado, 1 de octubre de 2011

El Golem.

Al principio del manoleo intenso (los ochentas), una de mis esculturas cobró vida propia. Aprovechó las comodidades de mi vivienda. Consiguió mujer y tuvo cinco hijos. Me robó dinero y libros para vender. Al fin, con su grupo familiar se instaló en una villa.
Siempre lo llamé el Golem, y su aspecto era una mezcla de Borges con Gardel.

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