Hidrofobia.
Durante el período que estuve solo en el Distrito Federal (1974) -Marta y Evan aún no habían llegado de San Francisco y Mérida había regresado a Palo Alto-, sufrí un ataque de hidrofobia.
Yo estaba alojado en una casa humilde del barrio de Nativitas. Las dueñas de casa, una pareja de lesbianas maduras, pensaron que estaban ante un caso de licantropía y me encadenaron en la terraza del edificio, manteniéndome allí, a la intemperie, pataleando y aullando, hasta que me calmé.
Era invierno y las tormentas eléctricas sucedían normalmente . Las señoras mejicanas tuvieron a bien someterme a una dieta de huevos de gallina crudos y unos diez litros de cerveza diarios.
Cuando volví a a ser el mismo de antes, había pasado más de un mes.
A poco llegaron Marta y Evan, y retornamos a hacer teatro. Esta vez, rumbo al sur.
Foto usurpada. 1978.
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