LA MANO QUE APRIETA

jueves, 1 de julio de 2010

Chau librería de la calle Bolívar.


La librería aparentaba ser un sitio balneario, tipo La Salada antigua aunque nunca tan grande, tenía zonas de arena, arboleda, y la circulación de agua como un entorno o lago. En realidad era un local a la calle, tal el de la calle Bolívar, con interiores incalculables. Se veían caballos pastando, grupos familiares haciendo algún asado a lo lejos... Los horizontes eran dudosos. Los libros estaban presentes por todos lados, acomodados entre los árboles y protegidos por matorrales, asimismo mis esculturas se asomaban entre los vericuetos del local-paisaje.
Se trataba de mi último día como titular (un arreglo mercantil dejaba todo en manos de mi socio). Siguiendo la normativa de los últimos tiempos, nadie entraba a comprar nada. El negocio valía cero, pero mi socio y yo creíamos en los Reyes Magos y aunque la propiedad inmobiliaria careciera de cualquier tipo de valor, yo me iba y mi socio se quedaba.
Entró un personaje y compró una revista de cinco pesos. El comprador se fue y yo me guardé los cinco pesos en mi bolsillo, dispuesto a no rendir cuentas por ellos.
Repentinamente entró un mundo de gente a la librería y empezó a revolver los pastizales y a maravillarse ante el descubrimiento de yerbas alucinógenas y libros colmados de palabras secretas: "¡Mirá esto!" "¡Oh!" "¡Guau!" "¡Puahj!" Las reacciones del público provocaban destellos que iluminaban la calle a través de la vidriera del local. A su vez armaban pilas de material libresco. Entonces me sugestioné. "Esta gente va a a gastar un fangote de guita. ¿Qué hago? ¿Me la quedo como tributo final, o cuando llegue mi socio, se la muestro?". Realmente me conflictué. Mi socio podía llegar en cualquier momento, pero antes que sucediera esto, la gigantesca clientela que parecía iba a gastar dinerales, dejó todo donde estaba y se fue sin desenfundar un centavo. La soledad de la librería-balneario se volvió estrujadora.
En ese momento apareció mi ex socio.
Saludable,
buen tipo...
Sin saber porqué, saqué el revólver que llevaba en un bolsillo y lo maté de un balazo en la cabeza.

Collage. 1981.

comentarios:

Fernando Charles De Gregorio Lavié Hijo dijo...
3 de julio de 2010, 13:40
 

Gran cuento de una media página.e auguro promisión si te aferràs a la estructura clásica, no tan miscelanea