LA MANO QUE APRIETA

domingo, 14 de marzo de 2010

Querido Jorge Urrutia.

Mantener el arsenal artesanal más conveniente y más económico, siquiera preocupante, simplemente aquel aburguesamiento que disfrutábamos con la ingesta de varias intoxicaciones al unísono y el ánsia al mambo. Todo era antes y después que volvieras de la muerte y que creíamos que nuestros mechones de cabellos negros sobre nuestras frentes eran para cagarnos de risa con dentaduras postizas, naturales o explosivas. El placer de la comodidad irreverente.
Aquel amoroso aburguesamiento que nos llevaba a las islas del Tigre, donde Einstein nos convidaba con cerveza helada en medio de aquellas selvas y rumores.
Chileno,
jamás olvido las palmadas que me diste en la pierna mientras Lidia conducía el auto a aquel lugar que me mostraste como si fuera la escenografía de "2001 odisea del espacio" de Kubrick y que era el supermercado oncológico (central de diagnósticos)de tu separación de todos nosotros.
Nunca nos habíamos tocado con afecto, querido del alma.

0 comentarios: