LA MANO QUE APRIETA

jueves, 11 de marzo de 2010

Acerca de las claves clavadas.





Se suele decir "¡Esa es la clave!", y también "¡Ese es el clavo!"
Las palabras deletrean secretos y los secretos se enquistan, por ejemplo, en la impronta de un ex libris, en el estruendo del pedo que un caminante descarga sobre quien sigue sus pasos, en el silencio que se rompe, etc.
Entonces, toda exhibición sería un error, aunque el crepúsculo se haya hundido en el horizonte, y el poder sea adquirible por vías marginales.
"Clave", sería "llave": herramienta útil para robar.
¿Alguien sería capaz de creer que en esta vida pueden existir muchas claves y que se pueden guardar acuñadas, o clavadas?
Pareciera que si, pues entre frase y frase, entre palabra y palabra, de cualquier texto antiguo o moderno, hay silencios que abren puertas y que simulan estar clavados en cubículos como si fueran lepidópteros que al desclavarlos, vuelan o se rompen.

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