LA MANO QUE APRIETA

sábado, 30 de enero de 2010

Fantasmas de los lunes y los viernes.

Por ahora,no se hasta cuando,
se mantiene el horario de los lunes y los viernes por la tarde, cuando atiendo la librería.
Ese horario se puebla de fantasmas,
de visitantes que a veces son tan fantásticos que no los veo.
Así, en la quietud del calentamiento actual, oigo ruidos,
arañazos y correteos
que cuando voy a ellos, no los encuentro.
Pero en otros momentos, hay un metamorfoseo que acalambra, pues el ambiente se llena de picardía, sorpresas y secretos.
La luna se descubre despampanante en medio de la circunstancia libresca.
A veces los fantasmas momentáneos y yo somos enemigos, pero esa luna u otra cualquier burbuja nos destapa con continuidad de ríos, de cataratas ilusionadas o no.
No hay más que cruzar una especie de puerta para llegar al baño que ofrece un inodoro que tiembla y fácilmente descarga un poderoso irse las cosas y, volver las cosas. Generalmente cuando un fantasma me pide permiso para pasar al baño, a lavarse las manos por ejemplo, pues ha toqueteado acumulaciones temporales, escucho la explosión que produce la caida de agua y la fanfarrona aparición desaparece, huye por los conductos cloacales.
Continuamente cada circunstancial decide ser quien cree ser, pues en la librería los libros abundan y cada lunes, cada viernes, los libros son cada vez más secretos.

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