LA MANO QUE APRIETA

viernes, 18 de diciembre de 2009

Último brote fernandino.

Ayer, Santiago y Fernando me quedaron los dos en el mismo paseo. El siquiátrico Alvear está al lado del Hogar San Martín y Fernando de Gregorio está internado allí desde el jueves pasado. El doctor venía acelerado y ya hacía un par de semanas que faltaba a la librería. Sus llamados telefónicos eran pletóricos y el último decía: "¡Zafé de Burzaco! Me vine a vivir con Curuzito (actor que trabajó en su última película)... ¡Carlos Wagner, mi mecenas, nos va a dar plata a los dos!". Inmediatamente, Curuzito tomó la iniciativa y llevó a Fernandito al Alvear adonde lo recibieron como si fuera de la familia.
Con voz pastosa y ansiosa me llamó repetidas veces desde la clínica para que vaya a visitarlo: "Vení que dentro de dos días me dan el alta. Esto se llama ´claro de luna´ y el lunes estoy en la librería". Él hablaba un viernes y decía que la internación era por el fin de semana y que por eso el operativo se llamaba "claro de luna". Deduje que la cosa venía para largo y me aparecí recién el jueves, aprovechando que tenía que llevarle a Santiago, la dirección de la Municipalidad para que fuera a renovar su permiso del puesto del Rivadavia.
Realmente, dos pájaros de un tiro.
En el Hogar estaban Santiago y su mujer. Lo más contenta la Sergia me preguntó: "¿Usted tiene antenas?". "¿Antenas... De radio, de televisión?". "No... ¡Usted!". "¡Ah! ¿Antenas para andar por la calle?". "Si". "No, no uso". "¡Ah! Usted usa anteojos". "Si".
Feliz la parejita intercambiando sonrisitas diabólicas, la dejé con mi misión cumplida y me fuí al edificio de al lado. Ingresé preguntando por "Fernando De Gregorio" y me dijeron que lo buscara por los parques, por un ala de la clínica y por el otro ala. Hice eso y no lo encontré, repetí los recorridos y nada.
Por suerte vi a la madre de Fernando que salía a comprar algo a "Carrefur", y me dijo: "Está en consultorios externos. Allí corre más aire". Efectivamente, allí lo encontré y él me recibió como si no hubiéramos dejado de estar juntos: "Sentate allí": una mesa adonde estaban congregados su amigo Curuzito, un par de internas jóvenes y otro interno. Fernando todo el tiempo dando órdenes a las internas en las que predominaba la actitud zombie. Al amigo Curuzito se lo veía fascinado, con actitud sacerdotal le preguntó a una de ellas "¿Y porqué intentaste suicidarte?". Primero la jovencita refunfuñó con cara de culo y enseguida, enojada, dijo: "Crack, marihuana, alcohol". Curuzito puso expresión de fascinado: "¡Mirá vos". Con la otra interna el visitante también se mostró interesadísimo. Esta era más madurita y bonachona: "Mi caso es extraño, yo vine aquí de visita y me dejaron internada". Noté que Curuzito no sabía cómo hacer para salir a pasear con la interna. En eso ella dijo: "Tengo que hacer un mandado y enseguida vuelvo". Curuzito miró al grupo inteligentemente: "Vieron, dijo ´Ahora vuelvo´, quiere que la espere". La madre de Fernando aún no había regresado, entonces Curuzito se expresó: "Es increíble. Estas mujeres están buenísimas. Y mirá yo estoy seguro questa que va a volver, ya hizo hoy sexo oral un par de veces".
Entonces lo aconsejé: "Tené cuidado porque si te ven, vas en cana. Ahí a la entrada hay un policía con chaleco antibalas y pistola en el pecho. Además, viste que acá todo el mundo camina a lo pelotudo y capaz que le mostrás la pija a una médica. Anda saber qué pasa". "Noooooo. Seguro, seguro", confirmó Curuzito.
Volvió la madre y Fernando estaba radiante dando órdenes a los internos y a las internas. Estos no le hacían caso y adormilados se sentaban a su lado.
Está fumando seis atados de fasos diarios, sabiéndose en el foco de la lucidez. Allí, en el amplio salón de "Consultorios externos" del siquiátrico Alvear, sentado a esa mesa amplia. Mesa Castillo, Mesa Barco.

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