LA MANO QUE APRIETA

sábado, 17 de octubre de 2009

gatos, gatitas, gatitos

Lola le puso "Lolo" al gatito siamés que un día trajera Paolo de regalo. Lolo creció y se convirtió en un felino malevo parecido a Stalin, el gatazo gris que me acompañó en la planta baja durante los ochentas. Hoy Lolo es Stalin II.
Un amigo de Paolo trajo una gata garabata para que Stalin II la embarace. Esto sucedió. Stalin II debutó y quedó prendado del caramelo que engendró y cuando vinieron a quitárselo, se puso loco, todo músculo y sed de matar. El arañazo que le zarpó a la esposa del dueño de la gata, aún lo debe recordar la señora, pues le arrancó un trozo de pantorrilla. Mantuve acorralado a Stalin II mediante un chorro de agua, manguera a full y gritando: "Rápido llevense esa gata, antes quel gato los mate. Rápido". Y el matrimonio salió corriendo con su preciosa gata embarazada.
Cuando la gata parió, el hombre hongo que era su dueño, o su esclavo, nos preguntó si queríamos un ejemplar, Lola gritó "Si" y el hombre nos mandó un retoño de pelo rojo, una "gatita". Como inmediatamente Stalin II empezó a olerle el culo, dijimos con Lau "Castremos a la gatita", y la mandamos a castrar. El veterinario castró al animal y nos dijo: "No era gata, era gato". Entonces el castrado, el no-gata, el gato COLORADO, creció y engordó manifestando comportamiento buenazo boludazo que Stalin II aprovechó para culearlo de aroma, tipo felpudo movedizo. De todas formas, la anormal vida gatuna no tenía consuelo y abundaban las riñas y los branquiales rezongos de Stalin II que resonaban por las noches como un Pavarotti cornetudo.
Paralelamente, empezó a asomarse por la ventana de la cocina de arriba, un gatito pequeño y siamés (otro), con hambre. Un gatito inteligente porque de a poco se ganó la simpatía de los tres humanos que vivimos aquí y lo proveimos de comida y lo invitamos a que duerma en casa, Como sería de lindo el gatito, que Lau que nunca le había permitido pernoctar a Stalin II en casa, no por temor a que hurte algo, a que mee y cague doquier, al gatito lo sobreproteguió y lo dejó instalarse.
Al míninmo entrevero entre el gatito y Stalin II, Stalin II trató de montarse al gatito. Entonces hechábamos a Stalin II y manteníamos más que nunca al gatito arriba, y a los otros dos gatos abajo.
En menos de un mes el gatito empezó a arrastrase maullando descosidamente por el piso y levantando la cola. "¡Qué raro es este gatito!" "¡Mah que va ser raro! ¡Es una gata! Está en celo, mirá cómo chorrea".
Efectivamente se trataba de una gatita siamesa. Entonces los dejamos a los siameses juntos, mientras el colorado los miraba sin comprender.
Cuando terminó el celo, la gata volvió arriba y allí tuvo cuatro gatitos. Ni uno solo salió siamés. Uno negro y tres a rayas. La gata había sido servida previamente por un gato gigantesco que con cara fiera y sacando la lengua por un costado, andaba por los techos.
Luego de unos 45 días, envíamos a la gata y sus hijos a vivir abajo con los otros dos, pensando en derivar a los hijos, en castrar a alguien...
Entonces la gata madre atacó ferozmente al colorado, al castrado, queriendo matarlo. Gran escándalo derribando esculturas, rompiendo vidrios...
Entonces subí al colorado, al dócil, al castrado, a vivir con los humanos.

Esto recién empieza o va a terminar, o jamás termine porque abajo hay ahora un criadero de gatos. Stalin II ya está eligiendo a los bebés que son hembras. Las huele y lame el culo mientras aún siguen tomando la teta de su madre.

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