LA MANO QUE APRIETA

martes, 18 de agosto de 2009

orden-desorden

El enciclopedismo de los bártulos siempre será una ilusión. Lo completo es incompleto, pues la vida media, se acumulen o no polvos ecológicos.
Para que los pueblos no se dejaran pudrir en si mismos, imperó la unificación religiosa, pero el descreimiento fue madre de todas las creencias y conformó la imagen de tarado mental a todo aquel que no diera la vida por los demás y la humanidad mitigó sus desacuerdos y no entendimientos, culeando los unos con los otros (proliferando). Lo real fue la inutilidad de las pedagogías: su interrupción o seguimiento de las mismas por minorías.
El ordenamiento del tremendo desorden global empieza por casa, por la propia enciclopedia. Mis bibliotecas de la planta baja son un kilombo aparentemente desenquilombado. Hay una clasificación pero esta sucede por amontonamiento, no por individualismo. Cada vez que intento dar vuelta las aglomeraciones: Literatura argentina, española, universal, filosofía, arte, raros, historia, técnicos, eróticos, medicina legal, etc., apenas si el día me alcanza para analizar un leve chizpazo de la monumentalidad por ver, porque ver y analizar se lleva la vida de un zarpaso, sin llegar a ver.
La traición, que a primera vista aparece como un sinsentido ante cualquier ordenamiento, es una posibilidad técnica.
Asimismo quemar todo, o avisarle a cualquier pelotudo que venga a comprar algo...

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