LA MANO QUE APRIETA

jueves, 9 de julio de 2009

La joda y las lentejas

Esa puta costumbre de tomarse todo en joda que es tomarse todo en serio, privatización de la trascendencia,
contagio siembra de escándalos innominables.
Innominable conciencia de intentar decirse a si mismo lo que los demás entienden y no entienden.
Masculinamente, triturar los testículos vivos como si no pasara nada (japi feices)
la fiesta imaginada por el viejo choto jocoso más allá de la simple sobrevivencia.
Ajuste de cuentas.
Prematura joda y muerte segura pues siempre hay un tercero baleando.
Joda joda la poesía 1956 que medió entre 1955 y 1957.
Durante los cincuenta las metáforas eran de goma, preámbulo físico de las burbujas que a fin de siglo fueron meramente económicas bursa bancarias.
De todas formas, la jocosa joda era y es el inflador común, más el escepticismo, pues nunca falta algún delantero buey que mediante un "¡Dejáte de joder!" estrangula al que recita, al autista, al exagerado y modesto soñador que se expande entre sus semejantes buscando una tarifa uniforme o no uniforme, que todo no sea lo mismo para todos, que la injusticia se establezca entre los mortales conformes con el aire contaminado grátis, etc.
Tal vez el ocasional "delantero buey" carezca de la paciencia que caraterizó a pueblos lejanos y antiguos, y no acepta el palo que le entierran en el culo diciéndole: "Tranquilo viejo ¿no ves que es una joda?"
Así el humor, el cielo despejado...
En mi puesto del Rivadavia, hoy a mediodía hay lentejas y vino.

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