LA MANO QUE APRIETA

miércoles, 18 de marzo de 2009

un reencuentro

De nuevo estábamos todos muertos: mi madre, mi primo Cacho y yo.
Pero el Cacho había reaparecido súbitamente,
él había muerto antes que nadie porque fumaba mucho
le gustaba ir de pesca
practicar la plomería
viajar en ferrocarril
y amaba a sus padres a su hermana y diminutos sobrinos, más que a nadie en el mundo.
Era un hombre grande de largas pestañas negras
y bigote.
Le dije a mi madre en la planta alta:
"Vieja ¡Vino el Cacho!"
"¡No!" "¿Dónde está?"
"Abajo... en el frente".
"Vamos"
"Vamos"
Mi madre bajó las escaleras y yo me quedé en la puerta de arriba, escuchando...
Escuché exclamaciones de alegría y risas.
Yo me quedé en la puerta de arriba.

comentarios:

Te quedaste en la puerta de arriba con los brazos cruzados y una semi sonrisa, escuchando. ¡Grande Joe!


hugo