La intención de decir es compulsa y al momento de decir, la decisión de decir provoca que los sostenes del texto queden en nada. Espectación y saliva. Lengüetazo que deja la lengua y parte de la garganta a merced de cocineros que ejecutan el escabeche, la vinagreta, la verborrea provenzal. Después venden la materia interpretando que la calidad del espíritu, favorece al sabor, al conocimiento humano feteado. Todo en un gradiente superlativo, o no.
Se le da prioridad a la salsa que contiene al texto, antes que al texto en sí.
En un principio se buscaba el poder del texto en el otro, golpeándolo duramente para que hable. Método que se canalizó en el arte culinario sin entender lo buscado.
Manuscrita 2014.-
viernes, 28 de noviembre de 2014
martes, 25 de noviembre de 2014
[+/-] |
beso |
no haber amado lo que debíó ser amado lo que era no era
De pronto el espamento
cuando no se corta la yungular se corta la electricidad y a la luz de las velas el viento y los destornilladores metálicos tenedores ardientes queman palabras que debieron ser dichas y no se dijeron
Ser quienes no fuimos
Los perros ladran y las palomas se retraen
fantasmas de luz y sombra pueblan árboles y casas
invenciones que se deslizan horizontalmente y desaparecen verticalmente
la mente el espíritu del cuerpo
beso demente.
Manuscrita. 2014.-
De pronto el espamento
cuando no se corta la yungular se corta la electricidad y a la luz de las velas el viento y los destornilladores metálicos tenedores ardientes queman palabras que debieron ser dichas y no se dijeron
Ser quienes no fuimos
Los perros ladran y las palomas se retraen
fantasmas de luz y sombra pueblan árboles y casas
invenciones que se deslizan horizontalmente y desaparecen verticalmente
la mente el espíritu del cuerpo
beso demente.
Manuscrita. 2014.-
domingo, 23 de noviembre de 2014
[+/-] |
Reiteración del estulto casual |
Yo estoy confuso, no por eso voy a confundir al buen laburante que se conflictúa porque se encuentra en un ambiente nuevo. En realidad se encuentra en un ambiente viejo archi conocido pero lleno de caras nuevas.
El buen arte no es confundirlo, aunque la confusión sea la fusión de muchos datos, el buen arte es no confundirlo. La mofa, la alegría circunstancial, el humor entre laburantes (o lo que sean), es cobardía.
Juan Ramón Jimenez en Platero y yo y Francois Mauriac en El Mico, entendían esto y lo decían buenamente.
Manuscrita 2014.-
El buen arte no es confundirlo, aunque la confusión sea la fusión de muchos datos, el buen arte es no confundirlo. La mofa, la alegría circunstancial, el humor entre laburantes (o lo que sean), es cobardía.
Juan Ramón Jimenez en Platero y yo y Francois Mauriac en El Mico, entendían esto y lo decían buenamente.
Manuscrita 2014.-
martes, 18 de noviembre de 2014
[+/-] |
humor cobardía |
imperio digestivo
Sanidad excrementicia
Borges dice que la caracteristica argentina es la imbecilidad y la ingenuidad: compramos los productos que publicitan los fabricantes de esos productos y creemos en personas que pagan para que sus rostros aparezcan en carteles.
Chabán dice que hay que confrontar la catársis con un público.
Manuscrita. 2014.-
Sanidad excrementicia
Borges dice que la caracteristica argentina es la imbecilidad y la ingenuidad: compramos los productos que publicitan los fabricantes de esos productos y creemos en personas que pagan para que sus rostros aparezcan en carteles.
Chabán dice que hay que confrontar la catársis con un público.
Manuscrita. 2014.-
domingo, 16 de noviembre de 2014
miércoles, 12 de noviembre de 2014
lunes, 10 de noviembre de 2014
[+/-] |
manubrio azul |
¿Qué hacer sin computadora?
Encontrar un tintero con tinta azul (o negra), una pluma con mango metálico, y papel.
Entonces... Escribir, dibujar, salpicar. Secar con algo de calco inverso al dorso.
manuscrita. 11-11-14.-
viernes, 7 de noviembre de 2014
[+/-] |
la abuela en el umbral |
Al avanzar por la vereda, llegando a la esquina, ví sentadas en un umbral, unas piernas empantalonadas con zapatos en los pies, sin medias. Pensé "Debe ser un pibe que descansa o que espera". Generalmente son demasiadas las maniobras coordinadas entre humanos en lo que contiene una cuadra desta ciudad. Al cruzar la cosa sentada vi que era una señora, una abuela correctamente vestida y peinada con un globo plateado sostenido con algún gel -o spray- sobre su cráneo. Tenía anteojos. Como se percató que la miré, ella me contestó la mirada con ojos acerados, indignada.
Seguí mi destino inmediato, caminé diez cuadras hasta el correo, hice la espera, despaché la encomienda, y luego, antes de volver a casa, intenté ver al amigo anticuario que diciendo ser quien no era, motivaba charlas. El conflictivo amigo no estaba en su depósito de la calle Bacacay, depósito colmado de antiguos tranvías 89 y protegido con sistemas de alarma... De acuerdo, emprendí el camino de regreso, pensando que el horario ya había cumplido su arte y que por lo tanto sentía hambre. Pensé: "No necesito comprar nada. Hay un pedazo de riñonada, paltas, una botella apenas iniciada de López. Está bueno".
Llegando a casa, una cuadra antes: los mismos pantalones y zapatos, la misma vieja. "Coño. Pasó algo más de una hora y sigue ahí, sentada en un umbral extraño". Mientras me acercaba vi que unos perritos juguetones la olisqueaban. Uno de ellos levantó la patita y la meó. Noté que la abuela pataleó pero siguió sentada, otro perrito la regó también con su meo y los canes se fueron. Al pasar a su lado ella me miró a mí y yo seguí mi camino pendiente de otras incertidumbres.
Me intrigó el misterio de la abuela en el umbral.
Hice los menesteres gastronómicos.
Saboreando el último vaso de vino, deduje: "La abuela debe ser interna del nuevo geriátrico de la calle Páez -a metros de donde estaba sentada- Ese que hicieron hace poco con rampla a la calle. La seguridad de su destino la debe llevar a ese umbral para que los sueños vuelen". O no.
Ellen Sesta. Revista Viva. 9-nov-14.-
Seguí mi destino inmediato, caminé diez cuadras hasta el correo, hice la espera, despaché la encomienda, y luego, antes de volver a casa, intenté ver al amigo anticuario que diciendo ser quien no era, motivaba charlas. El conflictivo amigo no estaba en su depósito de la calle Bacacay, depósito colmado de antiguos tranvías 89 y protegido con sistemas de alarma... De acuerdo, emprendí el camino de regreso, pensando que el horario ya había cumplido su arte y que por lo tanto sentía hambre. Pensé: "No necesito comprar nada. Hay un pedazo de riñonada, paltas, una botella apenas iniciada de López. Está bueno".
Llegando a casa, una cuadra antes: los mismos pantalones y zapatos, la misma vieja. "Coño. Pasó algo más de una hora y sigue ahí, sentada en un umbral extraño". Mientras me acercaba vi que unos perritos juguetones la olisqueaban. Uno de ellos levantó la patita y la meó. Noté que la abuela pataleó pero siguió sentada, otro perrito la regó también con su meo y los canes se fueron. Al pasar a su lado ella me miró a mí y yo seguí mi camino pendiente de otras incertidumbres.
Me intrigó el misterio de la abuela en el umbral.
Hice los menesteres gastronómicos.
Saboreando el último vaso de vino, deduje: "La abuela debe ser interna del nuevo geriátrico de la calle Páez -a metros de donde estaba sentada- Ese que hicieron hace poco con rampla a la calle. La seguridad de su destino la debe llevar a ese umbral para que los sueños vuelen". O no.
Ellen Sesta. Revista Viva. 9-nov-14.-
miércoles, 5 de noviembre de 2014
[+/-] |
relego-ere, "releer", "revisar", "religión" |
Creído que, leyera lo que leyera, lo olvidaba a medida que lo leía, obtuve momentos de paz conmigo mismo.
Así inicié lecturas que me gustaron, incluso me gustaron mucho pues me provocaron experiencias mentales cuasi metamórficas. Fiel a mi síndrome, suspendí esas lecturas para retomarlas días después. Efectivamente, el aroma empírico permanecía, no así el discurso gramático que al reiniciarlo (releer) provocaba nuevas mutaciones en mi ser, pues los escritos eran mágicos (diciendo cotidianidades aparentes, cambiaban mi destino a fogonazos). Por eso mismo era bueno parar. Parar por la violencia, por el fuego que aunque redentor, me reducía a cenizas y -entonces- el contínuo volver a corporizarme, redimido pero sin redimir a los demás, me cansaba. Como este párrafo, no llegaba a su fin. ¡Podía llegar a él! Pero llegar era no llegar. La vida continuaba, aparentemente.
Manuscrita. 10-11-14.-
Así inicié lecturas que me gustaron, incluso me gustaron mucho pues me provocaron experiencias mentales cuasi metamórficas. Fiel a mi síndrome, suspendí esas lecturas para retomarlas días después. Efectivamente, el aroma empírico permanecía, no así el discurso gramático que al reiniciarlo (releer) provocaba nuevas mutaciones en mi ser, pues los escritos eran mágicos (diciendo cotidianidades aparentes, cambiaban mi destino a fogonazos). Por eso mismo era bueno parar. Parar por la violencia, por el fuego que aunque redentor, me reducía a cenizas y -entonces- el contínuo volver a corporizarme, redimido pero sin redimir a los demás, me cansaba. Como este párrafo, no llegaba a su fin. ¡Podía llegar a él! Pero llegar era no llegar. La vida continuaba, aparentemente.
Manuscrita. 10-11-14.-
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