El lugar:extremadamente amplio, tal vez el Zócalo del Distrito Federal mejicano, pero las calles que llevaban a ese espacio eran de Guayaquil.
Yo estaba ofreciendo una función de teatro y la ausencia de público era absoluta. La mujer que me acompañaba era un fantasma sin rostro que dependía absolutamente de mí.
Hubo muchas idas y venidas por ese Guayaquil que de pronto era Cali. Llovía o estaba terminando de llover.
En medio de ese tanto ir y volver, el lugar, que entonces me dí cuenta que se trataba de una ciudad italiana desconocida por mí, se llenó de gente. Una multitud se dirigía a la sala donde yo teóricamente iba a dar un espectáculo del cual no tenía la mínima idea de qué trataba, pero que había que atenderlo.
Corrí a ello. El gentío -húmedo- no me dejaba ver la taquilla... Hasta que de pronto pude ver que la muchedumbre en su totalidad pasaba de largo ante mi espectáculo y se dirijía, merced una escalera en caracol, a unas terrazas de mármol que había en las alturas. Llegué a esos terraplenes celestiales en medio de nubes amenazantes.
Ya no había gentío allí. Estábamos solos yo y el fantasmita que era un andrógino menor de edad.
De alguna forma habíamos cometido algún delito y volver a bajar por las escaleras era imposible. Entonces busqué por donde descender pues al fin y al cabo abajo había una taquilla que era el carozo de todo ese ambular. El fantasma tenía miedo.
Yo ya había decidido descolgarme por un tragaluz riesgoso con el fantasma al hombro, cuando apareció una señora elegante, la dueña o la directora de aquella institución (museo-iglesia), y me recomendó bajar por otro agujero, garantizándome: "Un día, un sobrino mío lo usó".
Para abrir el paso del agujero que recomendaba la señora tuve que quitar montones de tableríos y metales que cubrían el hueco que inevitablemente era funerario. Luego de un pesado trabajo, quedó un cuenco lleno de agua de lluvia, que rompí fácilmente y el agujero quedó a la vista. Era todo de mampostería y hormigón destrozado que dejaba ver al fínal, allá en el fondo, unas mayólicas de calidad. Bajar por él era peligroso, y más a mi edad en ese momento llena de factores reumáticos. Ante el temor del fantasmita le dije: "Yo bajo primero. Vos seguime apoyándote en mí -como lo ví muy acongojado lo quise calmar- No llores..." Y el fantasma muy serio, me contestó: "No voy a llorar".
En ese momento desperté.
El fantasma se disolvió en el éter. Prendí la televisión y por el canal Encuentro, ví un documental sobre el David de Miguel Ángel.
viernes, 31 de octubre de 2008
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El David de Miguel Ángel |
martes, 28 de octubre de 2008
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gruyere |
losbordesnoestánduros. Todo está tierno.
De todas formas, el cuchillo, aunque no esté muy bien afilado, es el que pasa por Río Bamba y Río de Janeiro.
sábado, 25 de octubre de 2008
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fuente inagotable |
El dr. Gregorio ganó el premio Nobel de literatura. Lo ganó gracias a las emisiones de sus dichos a través de la inmaculada decepción cibernética, que ahora lo demanda por 1.600 euros.
La especialidad deste doctor es girar euros a las entidades que se lo pidan. Paga la madre, pagan los mecenas...
jueves, 16 de octubre de 2008
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amor a los libros |
Ahora, la cuestión es con las pinceladas con brocha amplia y aguarrás (hay un aguarrás para limpiar manchas sociales, y otro aguarrás destinado a disolver pinturas. Un aguarrás sanitario para limpiar defecaciones y otro para diluir defecaciones). Después vendrán caricias con aceites y hullas olorosas, pero esto a las finales del programa.
Son dos cuerpos unidos en un acto de amor. El conjunto es un artificio que quiere simbolizar el amor a los libros: un humano ama una pila de libros. El humano es muy blanco (pelo y ropa)casi ceniciento, los libros llegando al negro, mezclan el carmín con gajos de carne desnuda estampada (marrón oscuro olvidado).
Luego, dentro de una catarata de hipótesis: imágenes.
miércoles, 15 de octubre de 2008
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mensaje en clave |
Santa Arena me prohibió comer pollo transgénico industrial.
- Pero, yo tenía al pollo como carne no roja...
- Tiene demasiada hormona.
- OK...
- Si comes pollo, que sea vivo y con plumas. Que haya sido criado por una familia de confianza. No compres pollos en salones comerciales.
- OK...
- Come terneraumentate (ternera), no te dejes morir.
- ¿Pescado?
- ¡Chiiiiii!
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río bamba y río de janeiro |
¿Sabés qué pasa?
yo no lo se
Para colmo ayer le presté el paraguas a Flopy
La impresora estuvo prendida toda la noche ¿Podés apagarla?
Es hora de tomar una determinación
jueves, 9 de octubre de 2008
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premios |
Ramiro, se extrañaba de que siempre que se presentaba a algún concurso literario, o de artes plásticas, era rechazado o ignorado. Ninguna institución avalaba su genio creativo ni se hacía cargo de sus vientos a sifón rentado. Por supuesto se trataba de un destino irreversible comandado desde lo más recóndito del corazón de Ramiro. Además, Ramiro, sabía (era conciente) que los premios no había que recibirlos sino darlos, como a finales de los setenta, había descubierto Mandrake en Buenos Aires. Mandrake creó una editorial y en su nombre armó un concurso literario, ofreciendo al ganador la edición de su novela. Ganó una obra titulada "La gran espera" donde un hombre de bigotes, en la penumbra y entre sucesos varios, esperaba algo importante. El ganador esperó años a que Mandrake se decidiera a concretar el premio prometido. Al fin, cansado y temiendo la muerte inexorable, el autor publicó por su cuenta "La gran espera", obteniendo una cantidad de papel impreso con destino al reciclaje celulósico (mismo fin que hubiera logrado si Mandrake lo hubiera publicado en nombre de la famosa editorial). Hay otros premios -festejos florales- como el Nobel o el Cervantes, más estructurados que el "Mandrake", pero que (comprendidos dentro de las recientes humanidades) fundamentalmente burocratizan, institucionalizan. Tal la tumultuosa oferta.
La enseñanza que dan los premios entonces, sería publicar "La gran espera" de cada uno, como homenaje fúnebre, como vanidad humana.
Lógicamente, el no publicar, no exponer, no contagiar, es la clave de la realización real. Aunque el canibalismo y la onomatopeya sean los paliativos de la melancolía.
Esto, Ramiro, no parece entenderlo. Persiste, insiste... Entonces en sus sueños, aparecen espontáneos personajes subliminales que disparan balazos al centro de su estómago y lo despiertan.
miércoles, 1 de octubre de 2008
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Lola |
La eternidad según mi hija, sería un regalo digno para una noche de reyes. "¡Qué lindo!" Ella se anima a vivir... "cuatro mil años" Y se queda pensando con dientes llenos de risa, "¡Cómo Jesucristo! ¡Que resucitó!" Le hablé del Diablo y de sus acertijos humorísticos, casi me contesta que ella sabe más de la cuenta, pero disipa la angustia existencial, celebra que a fin de mes se va a confirmar como católica, el domingo en turno a las once de la mañana (de grandecita quiso ser bautizada y tomar la "primera comunión", y ahora las consecuencias). Le dije: "Bueno, Lola, si confirmamos este aparato, el paso siguiente será que entres a un convento para que te hagas monja". "¡No! Eso no!" Clamó teatralmente la niña.
Entonces, antes de ponerse a chatear con sus amigas del colegio, me dice "¡Yoel! -nunca me llama ´papá´-, se viene el Día de la Raza, ¿podemos regalarle collares a los gatos?". Le contesto que a los gatos no les gustan los collares y que Cristobal Colón no discriminó razas felinas, entonces, diciendo que va a chatear "en un ratito", va a su cuarto a conversar en voz alta consigo misma (con su amiga invisible que la acompaña desde que aprendió a hablar).Aparte de mostrarse atraída por unas zapatillas plateadas, le cuenta a su amiguita del alma, de los hombres leopardos que por las noches bailan en la terraza desta casa.