luz del floripondio

Marondio color floripondio que surge de las voces que maldicen y bendicen
pues
las prevenciones son tan antiguas
que son entre marondismos y gacelas de albañal
suaves tecleos en gambas secretas, tobillos vivos del decir y hacer
Claro clarismo del huevo novo.

Santiago el librero del parque Rivadavia. Escuela danesa o del norte de Alemania. C. 1500.-

la fruta y el aire

La abundante expresión y su confusión interpretativa, es una constante a través de las diferentes comunicaciones y tecnologías humanas.
Se tiene fe -creencia- en lo que dice uno mismo u otro. O no. Pero la constante está, a veces con atavío estúpido o iluminado, a veces con ataduras -sicologías- de todo tipo.
Esa confusión tiende a provocar un equilibrio que no logrado, persiste en su intención.
El comprender lo que se dice es intentar atrapar ectoplasmas en el éter.

Libertad y otras intoxicaciones. 1967.

ímpetu del ladrón

muchas veces dejé de ser quien era, queriendo seguir siendo lo que creía ser.
Algo existe en este momento: las teclas borradas de esta computadora, colmadas de fatuidades, verdades, mentiras, ese torrente que es el olvido, esa traición constante a través de las edades, de las ventanas abiertas o cerradas, a través de todo lo que va dejando de ser; flores, nubes, tempestades, días nuevos...
Quiero releer a Henry Miller, sin releerlo o sin haberlo leído nunca, sin saber quien fui.

Completono B12.

rascar el cielo

Tengo que reconocer que he cometido deslices, sin saber muy bien para que lado eran esos deslices que sucedían cuesta abajo por pendientes aceitadas o enjabonadsas. Viejo foxtro de la escalera caracol que a través de subsuelos lleva al infierno.
Mis deslices sucedían en la terraza del rascacielos más alto de Buenos Aires

Jesucristo en los infiernos. Alejandro Schneider.